ENCUESTA

jueves, 24 de mayo de 2012

 IMPORTANCIA MÉDICO LEGAL DE LAS BASES DE DATOS DE ADN


En los Estados de Derecho, la identificación humana surge básicamente como una necesidad civil y penal, aunque directamente relacionada con otras esferas del derecho, donde la identificación se asume como correcta (piénsese en operaciones mercantiles, de derecho internacional, financieras, etc.).
Pero además de una necesidad legal, la identificación humana, saber con seguridad absoluta quién es cada persona o en qué grupo familiar encaja, es una necesidad social y, más aún, humana a la que no podemos sustraemos desde la medicina y el derecho.
Desde tiempos inmemoriales, el ser humano ha tratado de identificar e identificarse por los medios disponibles en cada momento. El propio uso de nombres donde se cita la ciudad de origen (Tales de Mileto, Erasmo de Rotterdam) no es sino un intento de filiar adecuadamente a las personas o de aportar detalles que los identifiquen con más exactitud.
Desde las descripciones someras, pero exactas, que se incluían en algunos salvoconductos medievales, hasta el análisis de regiones genéticas hipervariables del ADN no codificante o a las variaciones interindividuales en el iris, mucho ha evolucionado la humanidad. No cabe duda de que el primer gran avance en identificación lo supuso, a finales del siglo XIX y principios del XX, la introducción del uso de las huellas dactilares y de la lofoscopia en general. Las huellas dactilares fueron claves en la identificación criminal por dos circunstancias: primero, porque permitían diferenciar a un individuo de entre todos los demás, y en segundo lugar, porque la presencia de huellas dactilares era y sigue siendo una evidencia, un indicio criminal, muy común.
La medicina, precisamente a través de la Medicina Legal y Forense, juega un papel primordial en este proceso, ya que muchas veces el médico ayuda a determinar la identidad de una persona, mediante correlación de datos antropométricos y otros de variada naturaleza al momento de la autopsia, plasmándola en documentos médico legales de importancia, como el certificado médico de defunción o documento equivalente en cada país; en ausencia de identificación adecuada, no se puede expedir el certificado médico de defunción, y habría de procederse a la realización de la autopsia judicial procedente.
Ya en el momento del nacimiento es el médico o habitualmente la matrona que atiende el parto, quienes certifican el nacimiento de una persona niño o niña, base para la inscripción en el registro civil y lugar donde nace la identidad civil de la persona. Sírvame este documento para resaltar, en este contexto profesional, la fragilidad de este sistema de identificación, común a la mayoría de los países, que nunca investiga con criterios científico-técnicos la maternidad, ni establece un nexo inequívoco que vincule a la madre con el recién nacido, de modo que hemos de confiar en el buen hacer de los profesionales sanitarios (médicos, enfermeras, matronas, auxiliares) para la correcta entrega de un hijo a su familia.
No es este tema que nos ocupe en este momento, pero quede desde ya reflejada nuestra llamada de atención al respecto, con objeto de que se facilite en los foros adecuados una reflexión seria sobre el tema en un mundo futuro inmediato en el que una correcta identificación (lamentable por motivos de seguridad) parece ser clave, aunque hay problemas ya actuales donde una inadecuada identificación agrava la resolución de ciertos problemas penales (pérdida y tráfico de menores, secuestros, falsas adopciones).
  1. En el ámbito del derecho penal, los delitos tipificados como de mayor gravedad (violación, otros ataques contra la libertad sexual, homicidio, asesinato) suelen dejar en la escena o escenas del crimen, indicios biológicos que permiten un estudio adecuado de los mismos, con el objeto de tratar de responder a dos de las más típicas preguntas de la investigación criminal: qué personas estaban implicadas y cómo pudieron ocurrir los hechos.
    Los indicios biológicos criminales, o sea, aquellos restos encontrados en la escena del crimen que proceden de órganos y
    tejidos del ser humano (en mínimos casos de animales o plantas), en los cuales hay células y de los cuales podemos en consecuencia obtener ADN, están presentes en la mayoría de los casos de violación y homicidio. Es muy raro que se produzcan los hechos anteriores sin que exista una cierta violencia o la posibilidad de intercambio de células entre la víctima y el agresor, o entre alguno de ellos y el medio.
    Siendo en crímenes especialmente graves tan frecuentes los indicios biológicos, no cabe duda de que la adecuada búsqueda, detección, recolección,
    almacenamiento, envío y custodia de los mismos y de sus resultados, constituyen una pieza básica en el procedimiento criminal y en la resolución de los casos que en cualquier momento se produzcan.
    Hoy en día, en los alborotados albores del siglo XXI, no cabe duda de que el análisis con ADN con fines de identificación ha alcanzado un grado de
    desarrollo enorme, y es prueba usada y aceptada universalmente tanto en el ámbito de la investigación biológica de la paternidad o maternidad (campo civil) como en la resolución de casos criminales (campo penal).
    Aunque persisten lo que podemos calificar como retos técnicos (mejorar
    técnicas de análisis de ciertos sustratos como huesos, acelerar y abaratar los procesos analíticos), las técnicas han llegado a un nivel de perfección y fiabilidad tan grande que se permitió, hace ya algún tiempo afrontar lo que es la última fase técnica, la creación de bases de datos.
    El uso masivo y sistemático de los análisis de ADN ha generado y genera una cantidad de
    información extraordinaria, la cual ha de almacenarse de modo racional y ordenado para su posterior uso. Surge así la necesidad de las denominadas ‘bases de datos genéticas", lugares donde se almacena (usualmente en ordenadores, informatizadas) de modo ordenado y coherente cualquier tipo de información, que luego es rescatada de modo semi-automático, con rapidez y exactitud, de acuerdo a parámetros previamente establecidos. En general, el acceso a cualquier tipo de base de datos es más o menos restringido, dependiendo de la trascendencia de los datos almacenados, siendo los más protegidos aquellos que contienen información sobre la "intimidad" de las personas.
    En el ámbito científico nadie duda que una de las más importantes vías de
    conocimiento es el que deriva del manejo apropiado de los datos que se van generando en diversas investigaciones, algunas de ellas inicialmente ni siquiera relacionadas. Campos enteros del saber, como la epidemiología y la bioestadística, aposentan sus raíces en el estudio matemático de los datos acumulados por los investigadores, con el simple objeto de obtener resultados sólidos y objetivos.
    Por ello, nadie puede dudar que acumular datos es necesario, y nadie puede acotar la libre generación de los mismos, en tanto en cuanto sean útiles a la
    sociedad en general y a las personas en particular, y en tanto no se atente contra superiores derechos y libertades.

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